Declaración “Por la
diversidad cultural y el reconocimiento de los derechos de los
pueblos indígenas”
La globalización neoliberal, al igual
que la guerra contra el terrorismo, es el nuevo nombre que el imperialismo
capitalista ha utilizado para dominar y someter a los pueblos del mundo y poder
apropiarse así de sus recursos naturales, su fuerza de trabajo y sus mercados,
profundizando con ello las diferencias que existen entre una minoría muy rica y
una inmensa mayoría de pobres, entre los cuales se encuentran los pueblos
indígenas, los campesinos, los obreros, los desocupados, los desposeídos, los
sin tierra, los sin techo, los excluidos, los diferentes, los otros.
Desde la invasión y la invención de América, los diferentes
pueblos originarios de América Latina y el Caribe han sido aniquilados, y en el
mejor de los casos, empujados a los lugares más inhóspitos del continente al
ser despojados de manera violenta de sus territorios originales, primero por
los colonizadores europeos, después por los gobiernos nacionales y actualmente
por las grandes transnacionales, como Monsanto, Novartis, Aventis, entre otras,
que quieren apropiarse de sus conocimientos tradicionales, así como de la
biodiversidad y los recursos naturales que se encuentran en sus territorios.
De esta manera, la globalización
imperial constituye un proceso sumamente violento para la mayoría de la
población, porque promueve un desarrollo insostenible y despiadado que genera
exclusión social, destrucción ambiental y la aniquilación de una gran parte de
la humanidad que ha sido considerada como un peligro para el sistema de
dominación imperante por ser distinta, por ser diferente, por ser otra, por
tener otra cultura, otra religión, otras costumbres, otros valores, otro
idioma, por formar parte de otros sistemas, por pertenecer a otros mundos
dentro de este mundo.
Lo único que se ha globalizado para la
mayoría de la población es la pobreza, el desempleo, el hambre, el desamor y la
vulneración de sus derechos individuales y colectivos, acompañada de la
represión, el encarcelamiento, el asesinato y la desaparición de los que han
intentado cambiar dicha situación.
Frente
a la presión, la protesta y el reclamo de los legítimos derechos de los pueblos
oprimidos, los gobiernos nacionales han utilizado la fuerza como contestación;
han empleando cada vez mas la represión violenta, la
criminalización, la paramilitarización, la ocupación militar, la migración
forzada; la división, la confrontación y el enfrentamiento armado entre
comunidades, para imponer su política excluyente, racista y opresiva.
Para seguir los lineamientos de instituciones internacionales como
el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Mundial
de Comercio (OMC), entre otras, los gobiernos nacionales están modificando sus
legislaciones para eliminar el derecho colectivo de los pueblos indígenas a la
tierra, permitiendo así su privatización. La modificación del artículo 27 de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos es una muestra de dicha situación.
Para reforzar la sensación de que no se puede hacer nada en contra del
sistema imperialista, los medios de comunicación se han encargado de formar una
mentalidad sumisa, de promover el miedo a salir del sistema, así como la falta
de confianza en el cambio, la pasividad y la indiferencia respecto a los
problemas propios y ajenos, la falta de sensibilidad ante las injusticias y
desigualdades, para justificar el orden actual y sus perversidades.
Sin embargo, el sistema de dominación
imperante ha sido creado por personas y por personas deberá ser desmantelado.
El futuro lo construyen y lo construirán los pueblos, y de ellos dependerá la
caída de toda esta estructura asesina que los oprime.
Los integrantes del Comité de Enlace Latinoamericano y Caribeño
(CELC) consideramos
que la diversidad cultural, la autonomía y la autodeterminación de nuestros
pueblos es una forma de alcanzar la verdadera independencia, la soberanía, la
democracia, la libertad, la justicia, la paz, la igualdad y la unidad de los
diversos pueblos oprimidos que existen en América Latina, el Caribe y el mundo
entero, sean éstos indígenas o no indígenas, para derrotar al capital
imperialista.
Los pueblos indígenas nos han demostrado que no necesitan el
reconocimiento legal para crear los espacios autonómicos que les permitan
ejercer su libre determinación, tal como lo vemos hoy en día en Chiapas con los
Caracoles y las Juntas de Buen Gobierno. Las instituciones políticas,
económicas, sociales y culturales que los diferentes pueblos indígenas han
creado son parte de la herencia de nuestros antepasados y podrán ser la base
para la construcción de nuestro futuro y por ello deben ser reconocidas
constitucionalmente.
En ese sentido, los integrantes del CELC nos sumaremos a la lucha
por el reconocimiento de los derechos y cultura indígena, así como por la
libertad incondicional de aquellos indígenas que han sido detenidos
injustamente por la defensa de la tierra y el ejercicio de la autonomía.
También nos declaramos por la reparación del daño moral ocasionado a los
pueblos y nacionalidades indígenas por los asesinatos perpetrados en contra de
sus habitantes. De manera particular condenamos la represión, así como las
constantes amenazas y hostigamientos en contra de los integrantes del Consejo
Popular Indígena de Oaxaca – Ricardo Flores Magón (CIPO-RFM) perpetrados por el
gobierno del estado.
Los integrantes del CELC hacemos un
llamado a todos aquellos hombres y mujeres que estén dispuestos a participar
decididamente en este esfuerzo para unificar a los diferentes pueblos de
América Latina y el Caribe, a que se integren a nuestro colectivo.
¡Por la Unidad y la Soberanía de Nuestra
América!
Comité
de Enlace Latinoamericano y Caribeño
Cuautitlán, México, a 16 de octubre
del 2004
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